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Posted by Publicado por Adventistas de Teziutlán On 2:31


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Lección 2

El don profético


Para el 10 de enero de 2009

Así como los profetas sirvieron como mediadores entre Dios y su pueblo, nosotros, también podemos servir a Dios, no importa cuántas fallas tengamos.

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 20:7; Éxodo 15:20; Deuteronomio 18:15; Mateo 11:11; Juan 6:14; Hebreos 11:24- 26.

PARA MEMORIZAR:

“Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él” (Núm. 12:6).

A LO LARGO DE LA HISTORIA, y aun hasta el presente, podemos encontrar ejemplos de personas que hacen predicciones acerca del futuro. En la mayoría de los casos, estas cosas nunca suceden. Cuando ocurren, puede haber muchos factores involucrados en ellos. ¿Podría ser pura suerte? ¿Estaría tal vez Dios en ello? O, tal vez, ¿el enemigo de las almas estaba obrando para engañar a cuantos pudiera? En las Escrituras, las personas a quienes Dios entregó el don de profecía fueron personas que caminaron con Dios. No es que no tuvieran ningún pecado, pero se esforzaban por vivir en armonía con la voluntad revelada de Dios. Tenían una relación personal con Dios, y en ese contexto Dios podía usarlos de una manera especial. Esta semana consideraremos cómo Dios los usó.

UN VISTAZO A LA SEMANA: ¿Fueron santos los profetas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento o fueron hombres y mujeres comunes como los demás? ¿Qué papel desempeñaron las profetisas en Israel? ¿Cuáles fueron las diferencias entre apóstoles y profetas en el Nuevo Testamento?

Domingo 4 de enero

PATRIARCA Y PROFETA

En Génesis 20:7, encontramos la primera mención de la palabra profeta (heb. nabí’) en la Biblia. ¿Cuál fue el contexto en el que se usó? ¿Qué podemos aprender del contexto acerca de lo que era un profeta y cómo actuaba?

En el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia), la palabra profeta describe a quien recibe una revelación divina. Durante el tiempo de los jueces, la palabra vidente (en hebreo, ro’eh) parece haber sido la más usada (1 Sam. 9:9, 11, 18, 19); luego, más tarde, se volvió a usar otra vez el otro término. Los profetas no eran solo voceros de Dios sino también, en ocasiones, también eran intermediarios entre Dios y la gente. Abraham, en Génesis 20, fue el intermediario entre Dios y Abimelec: debió orar a Dios en favor de Abimelec. Abraham es una figura destacada en el Antiguo Testamento. Tres veces se lo llama amigo de Dios en las Escrituras (2 Crón. 20:7; Isa. 41:8; Sant. 2:23). Cuando tenía 99 años de edad, Dios le dijo: “Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti” (Gén. 17:6), una promesa que, hablando humanamente, parecía imposible. Siendo que Abraham creyó a Dios a pesar de lo que la razón humana le decía, él llegó a ser el “padre de todos los creyentes” (Rom. 4:11). Considerando que Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo en respuesta a la orden de Dios (Gén. 22), parece increíble que hubiera mentido a Abimelec con respecto a Sara (Gén. 20:2). Sin embargo, la situación solo es demasiado real en la vida. “En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona” (Prov. 27:19, NVI). La manifestación ocasional de la vieja naturaleza que queda en el creyente, la apostasía de los hijos de Dios en todos los tiempos y nuestro propio triste desvío del sendero de la justicia son suficientes para explicar la deplorable conducta del “padre de todos los creyentes”. Cuán humano fue Abraham: tuvo momentos de gran fe y momentos de profundas caídas. ¿Qué seguidor del Dios de Abraham no puede identificarse con él?

¿Qué palabras de ánimo puedes tomar para ti mismo del hecho de que, a pesar de los errores y la falta de fe de Abraham, Dios lo usó de todas maneras, incluso poderosamente? ¿Cómo podemos aprender a no permitir que nuestras caídas nos aparten de seguir avanzando con fe?

Lunes 5 de enero

EL PRIMER PROFETA DE ISRAEL

La primera persona de la nación de Israel en ser llamada un profeta fue Moisés. Con respecto a su muerte, se hizo la declaración: “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara” (Deut. 34:10). Abraham fue el padre de la nación de Israel, pero Moisés fue el primer profeta en la historia de Israel: un ejemplo para todos los profetas que lo siguieron.

¿Qué nos indican los siguientes textos acerca de la personalidad y el carácter de Moisés? Éxo. 4:10; 32:11-13, 32; Núm. 12:3; 20:10-12; Heb. 11:24-26. ¿De qué modo estos rasgos nos ayudan a comprender cómo se ajusta a su papel como profeta?

Mediante su crianza en Egipto, su sólida fe en Dios y su experiencia personal con el Todopoderoso en la zarza ardiente (Éxo. 3), Moisés estaba bien equipado para conducir al pueblo de Israel. Por las Escrituras sabemos que, por causa de los repetidos fracasos de Israel en cuanto a tener fe en Dios, Moisés constantemente estaba intercediendo con Dios por la Nación (Éxo. 32:11-13; Núm. 14:13-19; 16:46-50), mientras al mismo tiempo amonestaba a los israelitas a ser fieles. Después del episodio del becerro de oro en el monte Sinaí (Éxo. 32), Moisés pasó cuarenta días con Dios en el monte. Cuando regresó del monte, su rostro brillaba (Éxo. 34:28-35). El rostro radiante de Moisés no era sino un reflejo de la gloria divina (2 Cor. 3:7). Considerando el hecho de que Moisés tuvo el privilegio singular de ver la gloria del Creador, es notable que su rostro brillara después de esa experiencia, pero esa no fue la única razón. La rebelión del becerro de oro no solo estaba dirigida contra Dios, sino también contra Moisés. La evidencia de su comunión con Dios fue instrumental en restaurarlo a su lugar legítimo como líder. Cuando el pueblo se dio cuenta de dónde había estado, su lugar como líder y mediador, que había sido cuestionado, fue restaurado. Cualquiera que es llenado con el Espíritu de Dios, de alguna manera, reflejará el glorioso carácter de Dios. Los que viven cerca de Dios mostrarán un efecto visible sobre la vida de otros, aunque ellos mismos no sepan de ello.

¿Quién es alguien que parece tener una estrecha relación con Dios? ¿De qué modo esa intimidad se revela en su vida? ¿Qué rasgos de carácter manifiesta? ¿Cómo puedes aprender a caminar más cerca de Dios? ¿Qué cosas en tu vida te impiden un caminar más íntimo con Dios?

Martes 6 de enero

PROFETAS EN ISRAEL

Antes de su muerte, Moisés les dijo a los israelitas: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis” (Deut. 18:15). El contexto indica que esta profecía tuvo una aplicación inmediata en la conducción profética de Israel en los años posteriores a la muerte de Moisés (Deut. 18; 34:9, 10; Ose. 12:10). Los profetas, desde Josué hasta Malaquías, fueron un cumplimiento parcial de la profecía de Moisés.
Sin embargo, solo Cristo podía satisfacer las condiciones establecidas en la predicción de Moisés (ver Juan 1:21; 6:14; 7:40). Él vino como el segundo Moisés, no para liberar a su pueblo del poder de gobernantes terrenales, sino para librarlo del poder del pecado.
Los escritos de los profetas del Antiguo Testamento son bien conocidos. Además, hubo muchos otros profetas en la historia de Israel. Samuel vivió durante el período de los jueces (1 Sam. 3:20). Gad y Natán continuaron su obra (2 Sam. 12:1; 24:13). Después de la división del Reino en 931 a.C., encontramos a los profetas Ahías (1 Rey. 11:29), Elías (1 Rey. 18:1) y Eliseo (2 Rey. 2:9-14), que ministraron al pueblo de Dios.
Los profetas procedían de todos los niveles de la vida: Jeremías y Ezequiel eran sacerdotes; Isaías y Sofonías eran de sangre real; Daniel fue primer ministro en Babilonia; Samuel fue un juez; Eliseo fue un agricultor; y Amós, un pastor de ovejas. Cualquiera que fuera el trasfondo de ellos, todos fueron mensajeros de Dios, por medio de los cuales Dios trató de mantener a los israelitas sin que cayeran en el pecado. Algunos profetas escribieron libros (1 Crón. 29:29; 2 Crón. 9:29); otros no escribieron nada (1 Rey. 17:1; 2 Rey. 2:15). Algunos fueron consejeros de reyes (Jer. 38:14); otros predicaron a la gente (Eze. 3:17). Después de cuatro siglos de silencio profético, Juan el Bautista apareció como el último de los profetas del período del pacto antiguo (Mat. 3:1).
En todas las Escrituras, vemos que Dios habla a su pueblo por medio de sus siervos, los profetas. Toda la Biblia misma es la obra de estos profetas, que entregaron los mensajes que Dios les había dado. No importa cuán diferentes hayan sido sus trasfondos, educación y temperamentos; no importa algunas de las fallas de carácter que hayan tenido (con la excepción radical de Jesús, por supuesto), estos seres humanos, de carne y sangre como nosotros, fueron usados por el Señor para proclamar sus mensajes, mensajes que todavía se están proclamando en casi cada país del mundo, y que continuarán hasta el fin del tiempo.

¿Con qué profeta te puedes identificar más? ¿Qué profeta te habla con mayor claridad, y por qué? ¿Qué has obtenido de la vida y el mensaje de ese profeta? ¿De qué manera eres capaz de aplicar lo que aprendiste de ellos a tu vida, de manera que te cambie para ser mejor?

Miércoles 7 de enero

PROFETISAS EN ISRAEL

Las Escrituras mencionan a diversas profetisas. ¿Quiénes fueron, y qué nos enseñen los siguientes textos acerca del papel que desempeñaron en la historia de Israel? Éxodo 15:20,21; Juec. 4:4-10; 2 Rey. 22:11- 20.

María, la hermana de Moisés, es llamada profetisa. Se la describe como una mujer líder en el Cántico de Moisés (comparar Éxo. 15:1; 21). Moisés fue el líder designado del pueblo de Israel, pero su trato habría sido mayormente con los hombres, que eran considerados las cabezas de sus familias. Tal vez la tarea de María tenía que ver con las mujeres israelitas. Debió haber sido varios años mayor que Moisés (Éxo. 2:1-8) y, de acuerdo con Josefo, ella se casó con Hur, quien junto con Aarón sostuvo los brazos de Moisés en la batalla con los amalecitas (Josefo, Antigüedades, iii, p. 98). Que ella era una persona importante en Israel se ve en el hecho de que todo Israel tuvo que esperar siete días hasta que Dios le sanó su lepra después del desafortunado incidente con su hermano Moisés y la esposa de él (Núm. 12:1-15). Débora (Juec. 5) debió haber sido una persona extraordinaria. En una sociedad dominada por hombres, ella llegó a ser una líder política y espiritual, algo que pocas mujeres alcanzaron en esos días. Profundamente espiritual, atribuyó a Dios toda la alabanza por la victoria sobre los cananeos (vers. 3-5, 13); no tomó nada de esa gloria para sí misma ni para Barac. Como una “madre en Israel” (vers. 7), ella velaba por la gente con cuidado maternal, aconsejando y ayudándola en procura de justicia.

Lee Jueces 4:1 al 8. ¿Qué nos señala esto acerca de cuán altamente respetada fue esta mujer en Israel en ese tiempo?

Otra profetisa en Israel fue Hulda (2 Rey. 22:14-20; 2 Crón. 34:20- 28). Cuando el rey Josías le preguntó con respecto a la voluntad de Dios, ella profetizó castigos y desastres sobre Jerusalén y su gente, pero no en los días de Josías; sus ojos no habían de ver el mal, porque él se humilló ante Dios. Es interesante que Hulda haya sido consultada aunque tanto Jeremías como Sofonías vivían en ese mismo tiempo.

Jueves 8 de enero

PROFETAS EN EL NUEVO TESTAMENTO

El período profético del Antiguo Testamento concluyó alrededor de cuatro siglos antes del nacimiento de Cristo. Durante el período entre el fin de esa época y el nacimiento de Cristo, se escribieron muchos libros judíos, pero ninguno fue aceptado como inspirado.

La vida de Cristo introdujo una nueva era, en la que Dios otra vez llamó a personas para actuar como sus voceros. ¿Quiénes fueron algunos de estos profetas del Nuevo Testamento, y cuál es la diferencia entre ellos y los apóstoles? Luc. 1:67; Juan 1:6, 7; Hech. 11:27, 28; 13:1; Apoc. 1:1-3.

En el griego del Nuevo Testamento, la palabra apóstol se usaba para personas con el sentido de embajadores, enviados o delegados. Josefo, por ejemplo, usó esta palabra cuando mencionaba a los embajadores que enviaron los judíos como sus representantes a Roma.–Antigüedades, xvii, p. 11. En el Nuevo Testamento, la palabra apóstol conllevaba los conceptos de misión y representación. El término aparece en el contexto de la ordenación y el envío de los discípulos de Jesús en una misión evangelizadora (Mat. 10:2-6). Los apóstoles eran aquellos que tenían autoridad especial del Salvador resucitado; habían visto por sí mismos su muerte y su resurrección, algo que todos los profetas anteriores no habían visto. Algunos de los apóstoles, tales como Juan y Pablo, también fueron profetas, pero no todos los apóstoles fueron profetas. De acuerdo con Efesios 2:20, los apóstoles y los profetas juntos proveyeron la interpretación fundacional de lo que Dios había hecho en Cristo en favor de la humanidad.

Lee Mateo 11:11. ¿Por qué Juan el Bautista fue mayor que todos los profetas del Antiguo Testamento? ¿Qué quiso decir Jesús cuando afirmó: “Pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él”?

Juan el Bautista fue el mayor profeta en el sentido de que tuvo el privilegio de anunciar la venida de Cristo, de quien todos los profetas habían dado testimonio (ver Luc. 24:27; Juan 5:39, 46). Como Abraham, todos los profetas del Antiguo Testamento miraron hacia adelante, al día en que vendría el Mesías (1 Ped. 1:10, 11), pero Juan lo vio en la carne. De aquí que, en cierto sentido, el oficio profético del Antiguo Testamento alcanzó su clímax con Juan. Al mismo tiempo, solamente Juan el Bautista estuvo en la puerta del Reino de gracia, mirando hacia adentro, mientras que el menor de los seguidores de Jesús puede mirar hacia atrás y regocijarse en el cumplimiento de todas las profecías mesiánicas por medio de Cristo.

Medita en algunas profecías del Antiguo Testamento que señalaban a Jesús como el Mesías. ¿De qué modo ellas pueden fortalecer tu fe?

Viernes 10 de enero

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee, en Patriarcas y profetas, “La prueba de la fe”, pp. 141-151; y “Moisés”, pp. 246-261.

“Durante su estada en Egipto, Abraham dio evidencias de que no estaba libre de la imperfección y la debilidad humanas. Al ocultar el hecho de que Sara era su esposa, reveló desconfianza en el amparo divino, una falta de esa fe y ese valor elevadísimos, tan noble y frecuentemente manifestados en su vida” (PP 123). “Moisés había sido instruido tocante al galardón final que será dado a los humildes y obedientes siervos de Dios, y en comparación con el cual la ganancia mundanal se hundía en su propia insignificancia. El magnífico palacio de Faraón y el trono del monarca fueron ofrecidos a Moisés para seducirlo; pero, él sabía que los placeres pecaminosos que hacen a los hombres olvidarse de Dios imperaban en sus cortes señoriales. Vio más allá del esplendoroso palacio, más allá de la corona de un monarca, los altos honores que se otorgarán a los santos del Altísimo en un Reino que no tendrá mancha de pecado. Vio, por la fe, una corona imperecedera que el Rey del cielo colocará en la frente del vencedor” (CV 81). “La gloria reflejada en el semblante de Moisés representa las bendiciones que, por medio de Cristo, ha de recibir el pueblo que observa los mandamientos de Dios. Atestigua que cuanto más estrecha sea nuestra comunión con Dios, y cuanto más claro sea nuestro conocimiento de sus requerimientos, tanto más plenamente seremos transfigurados a su imagen y tanto más pronto llegaremos a ser participantes de la naturaleza divina” (PP 341).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Analiza algunas de las fallas de carácter que se encuentran en varios de los profetas y los apóstoles de la Biblia. ¿Qué esperanza puedes encontrar en este hecho para ti mismo? Al mismo tiempo, ¿cuáles son las buenas características que se vieron en muchas de esas personas? ¿Qué esperanza y promesas puedes encontrar allí también?
  2. ¿Qué diremos de los así llamados “profetas” de hoy, los que hacen toda clase de predicciones, muchas de las cuales se informan en los diarios? ¿De qué modo deberíamos relacionarnos con ellos? ¿Qué clase de personas son ellos; qué clase de predicciones hacen? ¿Qué podemos aprender del contraste entre ellos y los profetas que aparecen en la Biblia?
  3. ¿De qué maneras podemos, como iglesia, actuar en el papel de profetas? ¿De que modo somos llamados a hacer precisamente eso? ¿De qué manera podemos cumplir mejor ese papel?

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